«¿Esa es la vida que me espera? ¡Qué desgracia!»

Mi vida universitaria fue complicada. Estudié una carrera que odiaba (Ingeniería Civil) e invertí cinco años y medio resolviendo ejercicios de física para obtener un título que no tenía intención de utilizar jamás.

¿Por qué hice tal locura?

Porque era «lo más fácil».

Si no lo hacía, si decidía cambiar de carrera, de universidad o incluso de ciudad, saldría de mi preciada zona de confort. Estaba sufriendo, pero al menos sabía cómo hacerlo.

Además, ¿Adónde iba a ir? ¿Qué iba a hacer? ¿Quién me iba a apoyar? Todos mis amigos estaban sufriendo exactamente igual que yo y nadie parecía hacer nada al respecto.

Mis padres, tíos, y en general todas las personas mayores estaban muy complacidas con el camino que llevaba. «Otro ingeniero en la familia» era lo que decían. ¿Quién era yo para romper el molde y hacer otra cosa más que lo que se esperaba de mí?

Este es el tipo de situación que amerita cambios drásticos. Cambios para los que no estaba (ni de cerca) preparado en ese momento.

Para salir de ese agujero necesitaba desarrollar cierta intención, exponerme a ciertas experiencias, consumir información adecuada, rodearme de personas diferentes… En fin, varias condiciones y habilidades que yo no tenía.

¿Cómo salí de eso?

No lo hice. Terminé graduándome como todos mis amigos y recibiendo el esperado papel con mi nombre que mi mamá quería para la pared de la casa.

Esto fue el día de la presentación de mi tesis (2018) junto a mi compañero, nuestro tutor y la coordinadora de la escuela de ingeniería. Sacamos 20 (nota máxima), pero no fue tan emocionante porque casi todo el mundo saca 20 en su tesis de grado.

Afortunadamente, mi historia no termina allí. Indignado con el camino que se presentaba ante mis ojos (luchar para buscar trabajo como ingeniero, revalidar mi título en otro país, seguir estudiando en un sistema de educación que no respeto…) decidí tomar diferentes acciones que me ayudaron a evitar este destino.

Gracias a dichas acciones actualmente tengo una vida que se acerca bastante más a lo que quiero: tengo un trabajo relativamente bien pagado, tiempo para estudiar cosas que me gustan y flexibilidad suficiente para trabajar en mis proyectos personales.

Tanto es así que tengo la posibilidad de escribir este artículo desde mi puesto de trabajo.

No tengo la vida perfecta, pero me siento en mayor control de la situación que cuando estudiaba en la universidad. Mil veces más.

Mis 3 consejos

Los problemas que más te preocupan tienen solución. Tú también puedes dejar una carrera que odias, terminar una relación tóxica, salir de la casa de tus padres o pagar esa deuda que te está arruinando la vida.

Para lograrlo deberás hacer muchas cosas, pero lo primero y más importante es:

Estas tres acciones potenciarán tu herramienta más poderosa: tu creatividad.

Además de los usos de la creatividad que todos conocemos (crear arte, inventar herramientas, etc.), ser creativos consiste también en utilizar tu mente para ingeniar soluciones originales a cualquier problema. Así como un compositor es creativo a la hora de escribir canciones, una madre soltera que se las arregla para trabajar, atender a sus hijos y tener tiempo para visitar a su familia todos los domingos también hace un excelente uso de su creatividad e imaginación.

Cada problema que enfrentamos exige cierto grado de creatividad para ser resuelto porque cada persona tiene rutinas, obligaciones y preferencias diferentes. No todas las madres solteras pueden hacer lo mismo para brindar una vida plena a sus hijos porque no todas tienen la misma educación, viven en la misma ciudad, tienen las mismas capacidades económicas, entre otros factores que afectan su situación como la edad e incluso la personalidad de sus hijos.

Cada problema es un rompecabezas. Cada circunstancia complicada es un acertijo que nos pide crecer de una manera u otra para poder resolverlo.

Si te fijas, todos los problemas de tu vida podrían ser solucionados si tan solo hicieras algo que no estás haciendo. En mi caso con la ingeniería, si hubiera sido más arriesgado y hubiera luchado por mis sueños, fácilmente podría haber dejado esa carrera e ido a otra ciudad a estudiar algo más relacionado con las letras.

¿El problema? Tenía un miedo terrible a salir de la comodidad de lo conocido. Haber cambiado de ciudad hubiera requerido trabajo de mi parte para buscar un departamento donde vivir, trámites para ingresar en otra universidad, empezar desde cero sin amigos ni conocidos y posiblemente buscar un empleo para pagar los gastos asociados a un camino que mis padres no querían para mí.

En cambio, quedándome donde estaba era miserable al tener que asistir a unas clases que no me interesaban y pasar incontables horas estudiando, pero del resto tenía todo resuelto desde una vivienda excelente hasta una red de amigos con los que compartir mi desgracia. Aunque era un precio alto a pagar, el miedo era muy grande como para enfrentarlo.

Igualmente nos pasa a todos cada vez que afrontamos un inconveniente.

Si tenemos problemas de dinero, posiblemente sea una señal de que no tenemos suficiente educación financiera. Si tenemos problemas de salud, con casi total seguridad se debe a nuestra falta de hábitos saludables. Asimismo pasa con las relaciones, el autoestima, la satisfacción personal y el trabajo. Con todo.

Cada problema señala nuestras debilidades y no se soluciona hasta que usamos nuestra creatividad para crecer y superarlo. De hecho, hay casos en los que por fortuna el problema desaparece sin que hagamos nada al respecto y pensamos que es el fin del asunto, pero cada problema que se esfuma de nuestras vidas sin haber pasado por el proceso de crecimiento necesario reaparece más adelante en otras circunstancias, a través de otras personas y normalmente, con mayor intensidad.

Esto fue lo que me paso cuando cometí mi peor cagada del 2020[1]De la que hablé en un artículo que actualmente no está publicado en la web pero que pronto volverá a estarlo., y tras muchas experiencias parecidas, he aprendido que la única forma de superar un obstáculo es fortaleciendo mis puntos débiles para próximas ocasiones. Los problemas reaparecerán, pero esta vez será otro yo quien los enfrenta.

Aquí es donde entran las tres acciones que fortalecen nuestra creatividad: una vez le permites a tu mente trabajar a fondo con las herramientas necesarias (información) y la ayuda de alguien con experiencia, es solo cuestión de tiempo para que las piezas empiecen a encajar. Ningún problema puede sobrevivir a este enfoque.

Hay miles de cosas que puedes hacer para trabajar cada paso de esta estrategia, pero si no tienes idea de por donde empezar, aquí tienes un consejo para cada uno de dichos pasos.

1. Para darle tiempo a tu mente de trabajar en el problema, dedica menos horas al entretenimiento

Más específicamente, dedica menos horas a tu teléfono. La mayoría de las personas no sabemos lidiar con nuestros problemas y nuestro mecanismo de defensa es escapar de ellos.

Lo malo de escapar de nuestros problemas es que siempre vuelven. Puedes pasar una, dos o tres horas viendo Instagram para olvidarte de tu falta de dinero, pero tú mejor que nadie sabes que apenas cierres la aplicación el primer pensamiento que te llegará a la mente tendrá que ver con dinero.

Yo te propongo algo diferente: en lugar de huir del problema, enfréntalo. El primer día podría ser el infierno en la tierra, pero no te preocupes porque así como se pasa la alegría, esto también pasará.

Es fácil buscar la gratificación instantánea de los likes, los memes y los videos interesantes como método para aliviar el estrés, y de hecho, esta técnica podría ser eficiente si se utilizara con conciencia. El problema está en que prácticamente nadie (incluyéndome) sabe hacerlo sin engancharse a la infinita avalancha de contenidos de calidad que proporcionan las redes sociales, lo que nos lleva a un espiral de adicción del que es cada vez más difícil salir.

En mi opinión, YouTube, Instagram, Twitter, Tik Tok y demás son drogas digitales que no tienen regulación alguna por dos motivos:

  1. Son muy nuevas como para medir las verdaderas consecuencias de ser adictos a ellas.
  2. Generan inmensas cantidades de dinero difíciles de despreciar.

Además, no son realmente drogas porque no son sustancias, lo que hace que su regulación sea mucho más complicada. Por más que sepamos que Facebook es adictivo, nadie se preocupa tanto por ello como se preocupa por caer en la adicción a la cocaína—que también fue legal y no regulada en un principio.

Esta combinación hace que salir de sus garras sea extremadamente complicado. Todo el mundo las usa, nadie nos enseña cómo utilizarlas correctamente (aunque en mi opinión ya deberían existir escuelas formales dedicadas a esto), son divertidas y encima de todo, gratis.

Mientras las empresas creadoras de estas aplicaciones siguen buscando formas de hacernos cada día más dependientes de sus plataformas, nuestro deber es encontrar maneras de desengancharnos y sacar tiempo para pensar sin hacer absolutamente nada. Para aburrirnos, literalmente.

El aburrimiento es uno de los principales impulsores de la creatividad y todos los alguna vez hemos estado aburridos podemos confirmarlo.

Los niños aburridos suelen inventar historias fascinantes y crear juegos con lo que sea que tengan a la mano solo para escapar del fastidio. Esta es una realidad que todos hemos experimentado y que seguimos viendo en niños con padres que les permiten gritar y protestar en lugar hipnotizarlos con un video infantil a la mínima señal de que el llanto se aproxima. Tú también quieres aburrirte, solo que en vez de inventar una historia o un juego, buscarás soluciones a tus problemas.

Nunca desprecies el poder de una media hora sin hacer nada. De allí podrían salir tus mejores ideas.

Con un par de días practicando este enfoque las respuestas empezarán a llegar. Confía en tu propia mente y verás los resultados.

2. Para obtener la información que tu cerebro necesita, lee libros

«Es que a mí no me gusta leer» es lo que dicen todos hasta que consiguen ese libro que les cambia la vida.

Empieza por uno sencillo, corto y que esté relacionado con el problema al que te enfrentas. Abrir un libro es abrir una ventana hacia la mente de un experto que pasó por todas las dificultades que tú estás experimentando y salió victorioso. Nunca verás a un ansioso leer un libro acerca de la ansiedad y decir «ojalá no lo hubiera leído». Nunca.

Tras años leyendo y recomendando el hábito de la lectura a todos mis lectores, he llegado a la conclusión de que no vale la pena forzarlos cuando no tienen la costumbre de leer. Es por eso que he pensado en consejos para esas personas «alérgicas» a los libros que quieren mejorar su vida y he llegado a dos conclusiones:

Esto se debe a que conseguir un buen libro de ficción que atrape al lector suele ser complicado cuando no sabemos qué tipo de narrativa nos gusta, qué estilo debe tener el autor, qué genero preferimos, entre otras características que un lector habituado conoce a la perfección.

En cambio, con los libros de no-ficción no hay que pensarlo tanto: si tienes problemas de dinero, casi cualquier libro de finanzas te dará buenos consejos que puedes aplicar a medida que avances con la lectura. Nuevos descubrimientos que te harán pensar «¡Guao!» y traerán como resultado que te animes a leer más y más.

Así empecé yo con un libro llamado La Magia de Pensar en Grande. Cada capítulo tenía decenas de buenos consejos para convertirte en una persona más carismática e influyente y eso hizo que lo leyera con enorme entusiasmo. A diferencia de algún libro de suspenso que no pude terminar porque me aburrí en las primeras páginas mientras el autor describía el ambiente donde se encontraban los personajes.

Luego de tener el hábito, a leer lo que sea, pero en principio, ataca tus problemas con un libro interesante de un experto que haya pasado por tu misma situación.

Por mucho tiempo he sabido que los audiolibros son una buena opción para quienes no suelen leer. Aun así no fue hasta que hace unas semanas, cuando escuché Padre Rico Padre Pobre, que pensé «tengo que compartir esto con el mundo».

Lo mejor de escuchar en lugar de leer es que puedes hacerlo mientras haces otras cosas como lavar los platos o pasear al perro, así que si no encuentras la manera de sacar tiempo para la lectura, esta puede ser una opción perfecta para ti.

Los hay gratis en YouTube y también de pago en aplicaciones como Audible. Elige la opción que más te guste y arranca a escuchar lo antes que puedas.

Para finalizar esta sección, te daré una recomendación que puede servirle a cualquier persona en cualquier situación: El Monje Que Vendió Su Ferrari de Robin Sharma. A pesar de que los otros libros mencionados son todos clásicos y muy buenos, el tipo de escritura de Sharma es especialmente agradable para quienes quieren iniciarse en el mundo de la lectura.

¿Lo has escuchado? Por algo es uno de los libros más famosos que hay en la actualidad.

Te recomiendo que descargues una muestra gratuita en tu teléfono a través de Amazon y si te engancha, lo compras. Si no, sigue buscando.

3. Para encontrar ayuda de un experto, ve a terapia

A diferencia de lo que piensa la mayoría, la psicoterapia no es «para locos». De hecho, lo loco es no ir a terapia al menos una vez en tu vida.

Todos hemos tenido la experiencia de contarle nuestros problemas a un amigo y sentirnos mucho mejor después de hacerlo. Ahora imagina cómo te sentirías si en lugar de un amigo tuvieras a un experto en escuchar problemas.

Alguien que lo ha hecho diariamente por años y cuyos consejos están respaldados por una ciencia que tiene décadas estudiando y resolviendo problemas como los tuyos.

Mucho mejor que el «yo te entiendo» de tu bien intencionado amigo, eso seguro.

El problema con la terapia es que en muchos países es bastante costosa, y como no es algo totalmente necesario, solemos evitarla pensando que podemos dejarla para después y no pasará nada (Nota de edición: al editar este artículo estoy pasando por esta situación. Esto es un llamado para mí mismo: debo sacar el tiempo y dinero para ir pronto a terapia).

Dejar para después la salud mental suele ser un error en el que todos caemos alguna vez en la vida. Evitamos una conversación importante, hacemos la vista gorda a algún error que hemos cometido más de lo que deberíamos, mantenemos amistades que no nos convienen… Esto es, claramente, poco recomendable. Especialmente porque los problemas de salud mental suelen acumularse poco a poco hasta que estallan en un infierno de ansiedad y depresión donde decimos «ojalá hubiera hecho algo antes».

Ir a terapia no es la única manera de evitar este inconveniente ni de buscar ayuda de un experto para solucionar nuestros problemas, mas si una gran recomendación que hago a todas las personas que quiero y también a quienes leen mis artículos en búsqueda de respuestas a las preguntas importantes de su vida.

En resumen: ve a terapia. Al igual que con los libros, rara vez escucharás a alguien lamentándose por haberlo hecho.

Yo he ido a cuatro sesiones en mi vida y he salido de cada una de ellas pensando «no puedo creer que una experiencia tan simple resulte tan maravillosa».

Conclusiones

Recuerda: dale tiempo a tu mente para pensar en el problema, bríndale las herramientas (información) necesarias y busca ayuda. Ningún problema puede sobrevivir ante este enfoque.

Tres consejos simples para empezar a utilizar esta estrategia son:

  1. Dedícale menos tiempo a tu teléfono.
  2. Lee libros.
  3. Visita a un terapeuta siempre y cuando esté en tus posibilidades.

Los humanos somos máquinas de resolver problemas, así que confía en ti mismo/a y dale con todo a ese obstáculo que tanto te preocupa. Tu creatividad puede con eso y mucho más.

La única forma de fallar es rindiéndote. Enfócate en no hacerlo y todo saldrá bien.

Notas

Notas
1 De la que hablé en un artículo que actualmente no está publicado en la web pero que pronto volverá a estarlo.

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